Hay varios errores en la pronunciación del latín que son muy frecuentes en los castellanoparlantes no entrenados y que afean mucho la sonoridad y fluidez en la misa tradicional. Los seminarios de tradición latina entrenan cuidadosamente a sus estudiantes en la prosodia del latín, resultando tanto la misa rezada como las oraciones cantadas de una belleza especial, superando la mera lectura de un latín correcto, tal como el que intentamos ofrecer en nuestra web.

El más simple, pero común de los errores es el amén. Tenemos tanta costumbre de acentuar la última sílaba de la palabra amén en castellano, que se hace difícil evitar este error al cambiarnos al registro del latín. En latín no existen las palabras agudas (acentuadas en la última sílaba), salvo los propios monosílabos. Así, en la palabra amen, compuesta por dos sílabas, la sílaba tónica es la primera /’a-men/, tal como ocurre en la mayor parte de las lenguas. Corregir este error es algo costoso para los hispanohablantes, pero en poco tiempo se automatiza la palabra correcta en cuanto cambiamos nuestro cerebro a «modo latín».

El vicio más frecuente en español tiene origen en la propia construcción de nuestro léxico. Al contrario que la mayoría de lenguas, el español carece de palabras que comiencen por «s» + consonante. A todas las palabras de origen latino que tenían ese inicio, la evolución de nuestra lengua les añadió una «e» delante para facilitar la pronunciación, de tal modo que la palabra stella acabó en estrella o la ciudad de Sparta devino Esparta. Para hablar en latín, tenemos que reentrenar nuestro cerebro para hacer el camino inverso al de nuestra lengua, eliminando la «e» delante de estas palabras. No es tarea fácil. La inercia nos impulsa a colocar nuestra habitual «e», que facilita nuestra pronunciación y el encadenamiento de palabras tal como tenemos costumbre en español. Pero, sin duda alguna, éste es el error más antiestético hablando latín. Así, para pronunciar «Ave maris stella» no es necesario ni hacer una pausa entre las palabras maris y stella, ni mucho menos entremeter una «e» inexistente. Utilizaremos una «s» ligeramente alargada: /ave maris.stel.la/. Es importante pulir este defecto, especialmente en los tres casos más comunes para un católico: la señal de la cruz, el Gloria y el «con tu espíritu» al responder al sacerdote.

  • In nómine Patris, et Filii eT-Spíritus Sanctus
  • Goria Patri et Filio eT-Spíritui Sancto
  • Et cuM-Spíritu tuo