La misa tradicional, o misa Tridentina, nombre que hace referencia al Concilio de Trento (s. XVI) donde se acordó instituirla, fue el único rito autorizado hasta casi la octava década del siglo XX, es decir, el tiempo de nuestros abuelos. Pervivió 400 años con apenas leves retoques desde la publicación del Misal Romano por San Pío V en 1570 y de su correspondiente bula, Quo Primum, por la que ordenaba la exclusividad y perpetuidad del rito Tridentino, con la única salvedad de los ritos que por tradición u orden apostólica acumularan una antigüedad superior a 200 años.

Para acometer la tarea de editar el Misal «definitivo», encargo emanado de las actas del Concilio de Trento, el Papa reunió a los mayores expertos de la época, quienes recopilaron toda la literatura magisterial y la tradición acumulada durante 15 siglos, para condensarla en un Misal, que además había de ser por primera vez congruente con el Breviario. El fruto de ese trabajo fue de tal inspiración que el pontífice fue explícito y tajante en la promoción y blindaje de este rito, por cuanto compilaba la forma más pura de oficiar el Sacrificio de Cristo.

Del mismo modo, estatuimos y declaramos que no han de estar obligados a celebrar la Misa en forma distinta a la establecida por Nos ni Prelados, ni Administradores, ni Capellanes, ni los demás Sacerdotes seculares de cualquier denominación o regulares de cualquier Orden, que no pueden ser forzados ni comprometidos por nadie a reemplazar este Misal y que la presente Carta jamás puede ser revocada ni modificada en ningún tiempo, sino que se yergue siempre firme y válida en su vigor. […]

Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea lícito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición.

Mas si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.

Paradójicamente, la misa tradicional, con más de 400 años de antigüedad, es ahora llamada Forma Extraordinaria, mientras que la misa más extendida en la actualidad, que nació en el Concilio Vaticano II (1962-1965), con apenas 70 años de existencia, es la actual Forma Ordinaria. El Concilio nunca modificó ni mucho menos derogó el Misal tridentino, sino que trató de acercar el Sacrificio a la diversidad de los pueblos, promulgando la Missa Novus Ordo, un rito menos introspectivo, más orientado al público y que permitía opcionalmente el uso de las lenguas vernáculas si ello contribuyese a acercar al pueblo. La influencia de los movimientos filosóficos y culturales de la época, germen del Mayo Francés, así como el interés ecuménico en aproximar al protestantismo europeo, tuvieron mucho peso en el desarrollo del Concilio y la elaboración del nuevo Misal. Pero ese modernismo dejó una puerta abierta a la incorporación de nuevas modificaciones, cada vez más festivas y alejadas del espíritu oblativo y sacrificial del rito antiguo (sin ánimo de enjuiciar su corrección o conveniencia). Hablamos, por ejemplo, de la música popular, la comunión de pie y en la mano, los ministros extraordinarios, etc.

Todas estas transformaciones, que han ido sucediendo a lo largo de los últimos 60 años y que tenían por objeto atraer al público a la Iglesia, es hoy en día patente que no lo han conseguido. Las iglesias se vacían y las vocaciones escasean. La sociedad moderna se preocupa principalmente por procurarse la mejor experiencia física y tangible, considerándose vetustas o pueriles las creencias sobrenaturales. Por otra parte, las personas con mente más abierta a la espiritualidad, mayoritariamente buscan el alimento para el alma en movimientos New Age, donde precisamente esperan encontrar un medio de comunicación con el Ser Supremo en medio del silencio interior (yoga, mindfulness, meditación trascendental, meditación zen y tantas otras cuya promesa es alejarnos del ruido de la mundanidad). Entonces, si las personas espirituales buscan el silencio para encontrarse con un deseado y desconocido Ser Supremo, ¿no tendría sentido desandar los pasos de la estridente modernidad y recuperar el silencio, la contrición, la adoración, el verdadero sentido del Sacrificio incruento…? Sin olvidar la misteriosa trascendencia de la lengua de Roma, patrimonio bimilenario de la Iglesia.

Si las personas espirituales buscan el silencio para encontrarse con un deseado y desconocido Ser Supremo, ¿no tendría sentido desandar los pasos de la estridente modernidad y recuperar el silencio, la contrición, la adoración y el verdadero sentido del Sacrificio incruento?

A pesar de su perpetua validez, la misa Tridentina quedó relegada a un segundo plano debido al gran impulso que la Novus Ordo tomó en la segunda mitad del siglo XX; un éxito que no se esperaba tan notable, habida cuenta de lo tajante que había sido Pío V en el blindaje del rito de Trento. Tras el Vaticano II se fue haciendo difícil encontrar un templo donde se celebrase aún la misa tradicional y, aunque el interés de los fieles parece estar creciendo en esta última década, no se encuentra el mismo entusiasmo para apoyar su promoción en el episcopado. Por este motivo Benedicto XVI, en su carta apostólica motu proprio, Summorum Pontificum, facilitó las normas que deben seguir tanto la curia como los fieles para acceder al rito latino antiguo, tanto con el Misal de San Pío V como con la última modificación de 1967 por el beato Juan XXIII.

Queremos ayudarte a descubrir la fuerza del rito Tridentino

Lo primero que te llamará la atención cuando acudas por primera vez a un Servicio Tradicional es el predominio del silencio. El sacerdote realiza la mayor parte de las oraciones en secreto y esto es una gran oportunidad para los fieles de reverenciar el acto sacrificial que está teniendo lugar. También observarás que la genuflexión, como forma de mostrar el máximo respeto, es más frecuente e incluye momentos como las oraciones de entrada, la encarnación del Verbo en el Credo, la comunión o la bendición final. Otra «curiosidad», para quienes sólo han conocido la Misa moderna, es la lectura del Evangelio de Juan (In princípio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum…), en todas las misas después del «Ite, missa est«. Por último, desde 1884, debido a una visión profética que tuvo el Papa León XIII acerca de los ataques del Maligno que se cernían sobre la Iglesia, se invoca a María y se reza la oración que él dictó pidiendo la protección de San Miguel. A raíz de dicha visión, no sólo redactó la oración a San Miguel Arcángel, sino un exorcismo que recomendaba recitar a los obispos con frecuencia, pero que hoy está lamentablemente en desuso.

El sacerdote realiza la mayor parte de las oraciones en secreto y esto es una gran oportunidad para los fieles de reverenciar el acto sacrificial que está teniendo lugar.

Por el momento sigue siendo difícil encontrar parroquias cercanas donde se celebre este rito con frecuencia, pero afortunadamente, la mayor parte están registradas en la web LAMISADESIEMPRE.COM, donde podrás encontrar la iglesia más cercana. Pero si antes de acudir a un templo prefieres practicar, o simplemente estás limitado para acudir presencialmente a misa, te recomendamos las retransmisiones online desde la parroquia St. John Cantius, en Chicago, donde celebran a diario misa en latín en ambas formas, Ordinaria y Extraordinaria. Sí, la Missa Novus Ordo también se celebra en latín. Y sí, Chicago. Esta es una de las inmensas ventajas de la Misa Tradicional que hemos perdido con las lenguas vernáculas: no importa en qué país acudas a misa; siempre será la misa Universal.

Dónde puedo asistir a una Misa Tridentina

Esta es una de las inmensas ventajas de la Misa Tradicional que hemos perdido con las lenguas vernáculas: no importa en qué país acudas a misa; siempre será la misa Universal.

¿Qué necesito para seguir la Misa Tradicional?

Es probable que sin una guía adecuada te pierdas fácilmente al tomar contacto con la Forma Extraordinaria de la misa. Nosotros hemos elaborado un «misalito» con el ordinario de la misa, en formato A5 para que puedas mandarlo imprimir en cualquier imprenta o en casa como una revista grapada. En él sólo encontrarás los textos audibles o que tú debas contestar, salvo el CANON, que lo mostramos completo por su relevancia. El resto estará marcado como Secr. (secrete). Además tendrás indicada la postura correcta en cada momento mediante dibujos, para que no te pierdas. Pero si quieres tener a mano los textos completos y las lecturas del día, tendrás que conseguir un misal diario con la versión de Juan XXIII en librerías religiosas o algún misal antiguo de segunda mano.

También es un magnífico recurso gratuito la web Divinum Officium, un proyecto original de Laszlo Kiss (1938-2011), inmigrante húngaro católico en los Estados Unidos, con el que es posible tener cualquier misal (desde los antiguos ritos mozárabe o ambrosiano, hasta la misa actual) en tu tablet o móvil, con todas las lecturas, rúbricas y variaciones (misas solemnes, votivas, etc) para seguir la misa cada día.

Esperamos haber suscitado tu interés y que los recursos que te facilitamos te motiven para recuperar una tradición centenaria como ésta, que sigue siendo vigente y que ahora, más que nunca, se antoja necesaria para devolver a Dios al centro de atención de los fieles, evitando en toda forma posible las distracciones o añadiduras folklóricas que puedan banalizar lo que en cada Eucaristía, núcleo de la Fe católica, acontece: el Doloroso Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo.