El 30 de abril se celebra la memoria de San Pío V, el papa que, tras el estudio y conclusiones del Concilio de Trento, instituyó en 1570 el rito de la Misa Tridentina para la eternidad. Este rito, íntegramente latino, se mantuvo durante 400 años con apenas variaciones y sigue aún en vigor, aunque perdió protagonismo tras el Concilio Vaticano II, cuando Pablo VI publicó el Novus Ordo Missae, un rito alternativo que es el más extendido desde finales de los 60 del pasado siglo.

Debido a que el número de sacerdotes conocedores del rito tradicional en latín es escaso, así como el número de fieles que reclaman la misa tradicional, la regulación para solicitar la inclusión de dicho rito en la práctica de las parroquias, desde la carta Summorum Pontificum de Benedicto XVI, pasa por la aprobación del Obispo de la Diócesis en razón de la existencia de una demanda mínima razonable y la existencia de sacerdotes dispuestos y entrenados.

Sin embargo, muchos fieles desconocen que no existe limitación alguna para que el sacerdote celebre según el Novus Ordo Missae en cualquier idioma, incluído el latín, así como para hacerlo coram Deo (hacia el altar) en lugar de coram populo (la forma prácticamente unánime en la actualidad). De hecho, el Misal Romano de Pablo VI permite, pero no obliga a celebrar de cara al pueblo y en lengua vernácula. Éstas, aunque sean variaciones relevantes según los críticos, no fueron el principal motivo de discusión, ya que se interpretó que algunas de las fórmulas introducidas cambiaban el sentido sacrificial de la misa con la presencia real de Cristo en las especies, por un sentido más conmemorativo; aquí es donde estuvo el grueso de los problemas.

Nosotros quisimos venerar la tradición celebrando la memoria de San Pío V el 30 de abril, o incluso el 5 de mayo (memoria en el Vetus Ordo), pero la pandemia lo impidió, por lo que preparamos una misa votiva que se ha celebrado recientemente, precedida de una Corona de la Preciosísima Sangre de Cristo también en latín.  Vamos a compartir las guías para el Sacerdote (con todas las rúbricas y oraciones) y para los fieles (en formato compacto y omitiendo las rúbricas y oraciones secretas), por si animáis a vuestro párroco o capellán a acercaros la tradición de nuestra Iglesia.